¡Por fin llegó el día de celebrar el 24/7! Nuestro día, o mejor
dicho, nuestra noche. Una noche que empezó temprano, cuando poco a poco
fueron llegando los asistentes al lugar convenido, y nos dirigimos al
restaurante. Allí dimos comienzo a la cena al calor de un interesante
debate sobre las distintas formas de vivir la sumisión y la dominación y
sobre la evolución del BDSM en los últimos años. Los más jóvenes y los
más veteranos intercambiaron posturas y vivencias, aunque todos
coincidimos en lo fundamental que resulta para nuestro mundo un mayor
conocimiento por parte de la sociedad en general de lo que supone
realmente el BDSM, más allá de los chichés conocidos de las películas
pornográficas.
Una cena que se alargó en el tiempo entre
conversaciones y risas cómplices, con alguna que otra broma y con algún
que otro sonrojo por parte de alguno de los presentes (¡y es que hay
algunas preguntas difíciles de contestar!). Fueron llegando los postres y
la hora de ir levantándose... ¿Pero lo íbamos a dejar ahí? De ninguna
de las maneras.
Después de la suntuosa cena, decidimos tomarnos
unos refrescos en un lugar cercano y discreto, para ir bajando el
atracón. Aprovechamos, además, para “tocar un poco las bolas” y echar
una partida al billar. Una partida en la que, cómo no, también hubo
ocasión para putaditas y risas entre parejas de juego Amo/sumiso, donde
los sumisos anotaron muy bien las victorias o las derrotas de los
correspondientes Dominantes. Algún sumiso, incluso, temió por sus
propias bolas, en un improvisado ballbusting con taco.
Aunque no
sólo los dominantes “tocaron las bolas”, y algún sumiso tuvo que jugar
bajo la “presión” y el desconcierto que generaba alguna de las Amas
presentes, que hacía que subiesen los colores del sumiso con sus
comentarios jocosos, ante el júbilo y las risas de los presentes.
Habiendo
varios coches, nos dirigimos al Triskel del Norte y allí siguió la
fiesta. O mejor dicho, allí empezó realmente la fiesta. Alguno se acordó
de lo acordable debido al timbre de llamada para el servicio,
atendiendo las peticiones de los presentes, mientras otros sumisos
andaban por la estancia de modo canino. No faltó quien disfrutó de lo
lindo jugando con la pelotita, ni quien se ganase que le rascasen la
barriga.
No podían tardar en salir a relucir las fustas, mientras
que otros sintieron la cera sobre su piel o las pinzas en sus pezones.
Desde luego, alguno tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no morir de
risa, y otros para conseguir quedarse del todo quietos.
Aunque
poco a poco algunos se fueron retirando (en ocasiones los viajes o las
responsabilidades obligan), otros fueron quedando hasta larguísimas
horas de la mañana, entre juegos y risas y, sobre todo, muy buen
ambiente.
Ya cantaban los gallos y lucía plenamente la luz del
sol cuando salimos del Triskel del Norte los más rezagados. Cansados y
con alguna boca abierta, pues ya eran horas de coger la cama, pero con
ganas de más y más. Realmente quisiéramos que no se acabase nunca la
noche, pero por desgracia eso no es posible, así que dimos por
finalizada la celebración del 24/7, eso sí, prometiendo que pronto nos volveríamos a ver para tener otra velada tan especial como ésta.
Gracias
a todos los que venisteis, a los que os desplazasteis de fuera y a los
de aquí, a los habituales y a las nuevas caras, a vosotros, sin los que
esto no sería posible. Gracias por darnos el mejor de los 24/7
imaginables.
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