domingo, 12 de mayo de 2013

Resumen del 1er Chill Out Café



Llegaba el ansiado día, por fin íbamos a descubrir las novedades que nos traía este café en el Triskel del Norte que se nos anunciaba distinto a todos los demás, este café chill out que prometía ser especial. Y no decepcionó.

Nada más llegar ya podíamos notar la diferencia, el ya de por sí ambiente acogedor del Triskel se veía revestido de una relajante música chill out e iluminado por decenas de velas que contaminaban de magia y misterio. Los primeros saludos, las primeras presentaciones y los primeros recibimientos a todas aquellas personas que se acercaron por ésta nuestra, vuestra humilde casa, algunas de ellas caras conocidas, otras caras nuevas, algunos de Asturias y otros venidos de fuera con muchos kilómetros a las espaldas para compartir esta tarde con nosotros. Gracias por el esfuerzo y la ilusión, gracias por estar y, sobre todo, por ser.


 Los recién llegados fueron saludados por un camarero bien abrigado, de hecho frío no pasó, con un abrigo genital con el que hacía troooompaaa a modo de saludo. Hechas las presentaciones de rigor nos sentamos a la mesa a disfrutar de los variados cafés para la ocasión, si bien es verdad que los camareros se les olvidó al principio presentar la carta a los asistentes y necesitaron un pequeño recordatorio.



 Al ritmo de un pequeño timbre de recepción (tan odiado por los camareros y tan festejado por los asistentes), se fueron sirviendo los cafés acompañados de pastas, unos deliciosos bombones y una riquísima tarta de queso con los que nos agasajaron algunos de los asistentes. Alguno de los camareros reinventó alguno de los cafés preparándolo de forma sui generis, y no faltaron empujones y nervios.


 
Eso sí, hay que reconocer que no se cebó la crueldad con los sufridos camareros, y tuvieron también su tiempo de descanso, donde incluso se pudieron sentar con los presentes a tomar el café, aunque alguno de los camareros lo hiciese a distinta altura, bien cerca del suelo.
Al calor del café fueron naciendo distintas charlas, todas muy interesantes y variadas. Desde las relaciones de Dominación/sumisión, hasta cuestiones de corrección en chats y foros, pasando por otras conversaciones menos bedesemeras, en las que la supervivencia y el ataque de los osos parecía preocupar a algunos de los presentes.
Y aunque los cafés del Triskel son eventos sin rol ni protocolo, éste café fue algo distinto, y aunque no hubo ni rol ni protocolo, estrictamente hablando, sí que hubo lugar para el juego. Así, algunos perretes corrieron como locos detrás de una pelotita, compitiendo por ver quién se cobraba la preciada pieza. No faltó un peculiar derramamiento de cera, ni un par de buenas manifestaciones de bondage que nos dejaron con ganas de más.
Tanto se alargó la tarde que empezó a ser noche, y la noche empezó a pedir cena. Las damas (independientemente de su rol) decidieron que ése era un buen momento para gozar de un rato sin hombres, así que los caballeros (también con independencia del rol) se fueron a por la cena y  aprovecharon para tomar un café en una cafetería cercana mientras esperaban a que las pizzas estuviesen hechas. Ellas usaron su tiempo para intercambiar confidencias, experiencias y un agradable rato que les supo a muy poco.


De vuelta al Triskel, ya con las pizzas, tanto ellas como ellos, tanto Dominantes como sumisos, se sentaron a la mesa a cenar, con el ir y venir azaroso y torpe de los camareros a golpe de timbre (dinámica que se repitió durante toda la tarde y buena parte de la noche), con animadas conversaciones sobre algunas prácticas bedesemeras y algunos chascarrillos. Al final de la cena, otro cafelito, y se pudo ver alguna fusta, para acabar tranquilamente (como prometía el ambiente chill out) hablando sobre algunos de los sinsabores que pueden llegar a dejar las relaciones humanas (bedesemeras o vainilla), de autoconocimiento y de lo simples o no simples (discrepancia de opiniones) que pueden ser los hombres. También aquí hubo lugar para bromas y juegos, y hubo quien se acabó sentendo donde le indicaron, a pesar de la reticencia inicial.





Así, poco a poco algunos de los asistentes se fueron yendo (a algunos les esperaba un largo viaje al día siguiente) y otros fueron quedando, hasta darse cuenta de que aquel café tranquilo que había empezado a las cuatro de la tarde... ¡Se había alargado hasta las ocho de la mañana! Y es que el tiempo pasa volando cuando se está en buena compañía, cuando nos lo pasamos bien y cuando hacemos lo que más nos gusta.

Gracias infinitas a todos los que lo hicisteis posible, a los que os desplazasteis de lejos y a los que vinisteis de cerca, a las caras conocidas y a los nuevos amigos. Gracias, porque sin vosotros, estos momentos únicos, irrepetibles, no son posible. Esperamos que se den muchos más cafés como éste, abiertos al juego y al conocimiento. Esperamos volver a veros pronto.

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