Por fin llegó el tan esperado día, el día en el que habríamos de pecar a la
luz de la lumbre que despedían las más de noventa velas que teníamos preparadas
para la ocasión. Como pasa en todas las grandes fiestas, dimos comienzo con una
cena de protocolo en el que destacó un servicio de camareros que los sumisos
juzgaron de bueno y los Dominantes... Los Dominantes no compartieron mucho este
juicio. En todo caso, unos sentados a la mesa y otros en el suelo con sus comederos,
disfrutamos todos de una cena exquisita amenizada por las consabidas putaditas
por las que alguno tuvo que beber el agua con pan dentro, o el café con regusto
a la carne de la comida (todo en el mismo comedero).
Tampoco faltó quien tuvo que comunicarse a base de ladridos al saltarse el
protocolo miranso fíjamente a un Dominante, resultanto la atracción cómica para
los presentes, aunque con benebolencia de las personas Dominantes, todo hay que
decirlo.
Idas y venidas a las órdenes de los respectivos Dominantes, y a toque de
una campanita que puso nervioso a más de un sumiso, patatas calientes, otras
frías... y mucha diversión hicieron que la cenas se nos pasase volando.
Acabada la cena comenzó poco a poco el juego, y como la noche era temática,
las velas empezaron a volar sobre los sumisos, dejando caer la deliciosa cera
sobre sus cuerpos. Alguno probó la cera en los genitales mientras otros
quedaban cubiertos por la parafina. Tampoco faltaron los Dominantes que se
bañaron ellos mismos en cera...
Pero por más que la fiesta sea temática, siempre hay espacio para que cada
imaginación vuele. Y en este caso, la nuestra voló poniendo a los sumisos a
buscar un premio en el busca, chucho, busca, con un empate técnico que
los mismos sumisos tuvieron que dilucidar, ante la amenaza de un correctivo a
base de cosquillas. Al final hubo quien recibió el correctivo, aunque de
fustazos, de todos modos.
Algunos, a pesar de la inexperiencia, se atrevieron con una momificación,
mientras otros probaban el cepo o, simplemente, servían de escabel para el
descanso de los pies cansados de alguna Dominante.
Y la fiesta abanzaba y, aunque algunos tenían que retirarse (la distancia
del destino obligaba), otros fueron llegando, y dando pie a algún bondage que
nos dejó boquiabiertos.
No faltaron desnudos, sisis, cinturones de castidad que impedían la
erección a pesar de apretones, o modelos impactantes en la vestimenta de
algunos asistentes. Ni faltaron canciones escenificadas, a pesar de que algún
sumiso se pusiese como un tomate.
Caras nuevas, caras ya históricas, juguetes y, sobre todo, litros y litros
de cera consiguieron dar de sí una noche que comenzaba a las ocho de la tarde y
no quiso morir hasta pasadas las ocho de la mañana.
Y con caras de sueño pero de felicidad, de la felicidad de construir
realidad sobre las más íntimas fantasías nos fuimos despidiendo del Triskel del
Norte, hasta la próxima fiesta, pues a pesar de estas doce horas, nos quedamos
con ganas de mucho más.
Gracias a todos los que hacéis esto posible, a los amigos de Asturias y a
los amigos que desde Comunidades vecinas os desplazásteis, a pesar de las
distancias para pasar estas noche tan especial. Una noche que, como las propias
velas, se fue derritiendo poco a poco, envolviéndonos en su calor.
Una fiesta genial, lo pasamos como enanos. ¿Cuándo repetimos? ;)
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